Fecha publicación: Hace 9 años 22 semanas
Autor: David A. Pérez Martínez

«El sueño de la razón produce monstruos»
Francisco de Goya

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  Les contaré una historia que estoy seguro les resultará familiar. Una profesional sanitaria atiende a un paciente con una infección vírica de gran peligrosidad (sí, se trata del virus del ébola) y se establece un protocolo de seguimiento epidemiológico un tanto “pasivo”. Se le telefonea un par de veces al día para saber si ha tenido fiebre o no. El protocolo establecido por los expertos indica que el paciente necesita una atención médica si supera los 38,6ºC de temperatura corporal, y en caso contrario se trata de esperar y ver.

  La mayoría de los protocolos son realizados por profesionales de alta valía, que intentan crear un marco de referencia global, para atender un grupo más o menos homogéneo de pacientes. Los protocolos son creados buscando la mejor evidencia científica para establecer recomendaciones con mayor o menor certeza.  Pero algo falla en este razonamiento, la misma receta no debería servir para todos los potenciales pacientes…debe existir un equilibrio entre la aplicación del protocolo y la (necesaria) personalización de la asistencia médica. Pero este debate no es nuevo, es un tema que ha surgido en los últimos años y que ha sido motivo de un interesante editorial en JAMA hace poco más de un año.

Fecha publicación: Hace 9 años 23 semanas
Autor: David A. Pérez Martínez

“El mejor médico es el que conoce la inutilidad de la mayor parte de las medicinas”
Benjamin Franklin

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  La medicina actual está basada en el hallazgo contrastado de evidencias que aprueben el uso (o desuso) de una terapia o una prueba diagnóstica. En ese proceso se establece un marco de verificación, que está basado en el método científico. Fuera de este marco no hay ciencia, hay experiencias y datos sugerentes que pueden apoyar la argumentación para realizar un ensayo clínico. La medicina actual avanza paso a paso confirmando las hipótesis previas, o bien no encontrando evidencias de eficacia para las terapias ensayadas. Pongamos un ejemplo, un reciente análisis de los ensayos clínicos realizados en el tratamiento de la enfermedad de Alzheimer demostró una tasa de fracaso del 99,6% en los estudios realizados desde el año 2002 al 2012. Por lo tanto, la ciencia avanza despacio (aunque suponemos que de manera segura).

Fecha publicación: Hace 9 años 24 semanas
Autor: Anabel Puente Muñoz

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   Ya es un hecho, el verano se ha terminado y a estas alturas, son pocos los afortunados que aún disfrutan del merecido descanso estival.  Con el fin de las vacaciones vuelve la rutina. Es muy recomendable retomar costumbres previas y volver a la normalidad lo antes posible en cuanto a horarios y hábitos. Uno de los aspectos que se ven más afectados es el sueño.
   La vuelta a la rutina supone volver a madrugar, el problema reside sobre todo en que esta transición la realizamos de forma brusca, de un día para otro, lo cual supone un verdadero desequilibrio para nuestro ciclo sueño vigilia
Esta adaptación suele durar unos días, pero dada la época del año en que ocurre, se ve favorecida por los zeitgebers externos; es decir, al disminuir la duración de los días la luz ambiental se reduce cuando se va a producir el periodo de sueño mayor. Todo esto mejora la adaptación de nuestro reloj o sincronizador interno, el núcleo supraquiasmático.