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Fecha publicación: 27-12-2015
Autor: Ángel Fernández Díaz

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 El empleo de diversos productos “naturales” en relación a los trastornos del sueño es un hecho muy conocido y practicado desde tiempos inmemoriales. Así, ya en un trabajo  de la National sleep Foundation publicado en 2008, un 8% de los encuestados admitían el consumo de alcohol como conciliador del sueño, así como un 7% afirmaba consumir productos sin receta médica. Ya en aquel entonces un 2% reconocía emplear terapias alternativas o productos herbales.

Sin duda alguna, es la melatonina el compuesto/tratamiento con mayor difusión en la actualidad. Su empleo como agente inductor de sueño se ha convertido en un mantra muchas veces exento de críticas, lo cual puede llevar a un empleo incorrecto del mismo.

Debemos insistir en el hecho de que la melatonina es más un agente cronobiótico que un agente inductor del sueño, lo cual debe tenerse en cuenta a la hora de interpretar los resultados de los diferentes estudios que se han ido publicando.

En este sentido, los dos primeros metanálisis que se obtuvieron ( y cuyas conclusiones vienen recogidas en la Guía de Práctica Clínica del Insomnio editada en 2009) no apoyaban el uso de melatonina como hipnótico. Debe considerarse, no obstante, que en estos metanálisis se suelen recopilar estudios de poblaciones de sujetos con distintas patologías de sueño: por ejemplo, el primer metanálisis incluía estudios con pacientes insomnes o con retraso de fase de sueño. Como era de esperar, no se encontró mejoría significativa en los diversos parámetros de sueño, salvo un acortamiento del periodo de latencia de sueño (esto es, el tiempo que tarda en dormirse el paciente) que lógicamente, fue más intenso en el grupo de pacientes con retraso de fase de sueño. El segundo metanálisis incluía grupos de toda índole, desde voluntarios sanos a personas con Demencia tipo Alzheimer, esquizofrenia..etc. Con todo ello, parece lógico pensar que los resultados no permitieran obtener conclusión alguna, de ahí que se añadiera la famosa coletilla de “se necesitan más estudios aleatorizados…”.

Sin embargo, algunos trabajos aislados como el de Buscemi en 2005 sí sugerían efectos beneficiosos; este hecho, junto a la aparición de varios ensayos clínicos que permitieron aumentar el tamaño muestral, animaron a la realización de un nuevo metanálisis por Ferriacoli y cols. que se publicó en 2013. En él se recogían los datos de casi veinte estudios con más de 1500 pacientes, tratando de obtener conclusiones acerca de la eficacia de la melatonina en pacientes con problemas primarios de sueño. En este metanálisis se encontraron mejoría de los parámetros medidos, si bien en cifras muy modestas e inferiores a las obtenidas con benzodiacepinas o análogos benzodiazepínicos. Debe destacarse, no obstante, que una gran parte de los estudios se referían a insomnio primario, incluyendo solamente cuatro en pacientes con retraso de fase de sueño (donde a priori parece que podría tener mayor relevancia el empleo de melatonina). Las dosis de los diferentes estudios eran muy variables, desde 0,3 a 5 mg diarios, lo cual debe tenerse en cuenta ya que los mayores efectos se observaron a dosis más altas. Además, estos estudios se encuentran realizados a 4 semanas, con lo que no sabemos que puede pasar más allá de este momento.

Posteriormente, trabajos como el de Häjak postulan una eficacia de la melatonina de liberación prolongada en pacientes con insomnio primario en menores de 55 años o mala calidad de sueño en personas ancianas a dosis de 2 mg/día.

En resumen, podemos decir que la melatonina parece ser un agente cronobiótico con un claro papel en los trastornos de sueño asociados a retraso/adelanto de fase; su empleo a dosis altas (2 mg o más) parece tener mayor efecto, pudiendo ser útil en otras patologías primarias de sueño. Su buena tolerabilidad le hace un candidato a considerar dentro de las terapias farmacológicas, habiéndose incluso empleado como parte de una estrategia a nivel de diversos países europeos para disminuir la prescripción de benzodiacepinas y sus análogos.


Bibliografía:
Guía de práctica clínica para el manejo de pacientes con insomnio en Atención Primaria. SNS. 2009.
Meta-Analysis: Melatonin for the Treatment of Primary Sleep Disorders. Eduardo Ferracioli-Oda, Ahmad Qawasmi, Michael H. Bloch. PLOS ONE. Vol( 8 )| Iss 5 | e63773. May 2013.
Lasting treatment effects of PRM Hajak et al. International Clinical Psychopharmacology. 2015, Vol 30 No 1.
Contribution of prolonged-release melatonin and anti-benzodiazepine campaigns to the reduction of benzodiazepine and z-drugs consumption in nine European countries. Emilie Clay ,Bruno Falissard,Nicholas Moore, Mondher Toumi. Eur J Clin Pharmacol. DOI 10.1007/s00228-012-1424-1