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Fecha publicación: 30-10-2013
Autor: Francisco Gilo Arrojo

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Estamos acostumbrados a manejar el concepto de los “stroke mimics”, pero existe un fenómeno con menor acogida en la bibliografía que corresponde a la situación clínica inversa. Es el caso de lo que se conoce como los “stroke chameleons”. Si los “stroke mimics” son aquellas patologías que se asemejan a los ictus sin serlo, los “stroke chameleons” corresponden a variedades de ictus cuya presentación clínica imita otra patología distinta. Desde la expansión de la resonancia Magnética con secuencias de difusión nos es más fácil desenmascarar a unos y otros.


El diagnóstico de un ictus es en general sencillo, tanto para el profesional sanitario, como para la población general. Se realiza ante un cuadro de presentación abrupta que ocasiona un déficit correspondiente a un territorio arterial concreto (alteración del habla, desviación de la comisura bucal, pérdida de fuerza en un lado del cuerpo, etc.). En raras ocasiones el ictus se presenta de forma subrepticia y camaleónica sin la clásica focalidad brusca. Un trabajo estudió retrospectivamente esta variedad de ictus, diagnosticados erróneamente como otra patología, y encontró que la alteración aguda del estado mental, las crisis hipertensivas y los síncopes eran los “stroke chameleons” con mayor valor predictivo positivo. Recomiendan mantener una especial alerta con los dos primeros. Otros “stroke chameleons” clásicos son el vértigo (en torno al 3% de los vértigos de semiología periférica corresponden a ictus troncoencefálicos), la abulia y el mutismo acinético agudos (infartos de la arteria cerebral anterior o la rodilla de la cápsula interna), el adormecimiento hemicorporal asociado a dolor torácico que simula un síndrome coronario agudo (ictus talámicos y bulbares) o las pseudoparálisis periféricas (pequeños ictus corticales).


Los “stroke chameleons” exigen una alta sospecha diagnóstica. Las claves para desenmascararlos se basan en el contexto clínico en el que aparecen, el inicio abrupto y la presencia de factores de riesgo vascular. La trascendencia de su identificación se basa en que si pasan desapercibidos, se priva al paciente de tratamiento trombolítico, ingreso en una unidad de ictus y recibir una prevención secundaria precoz.


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