Blog

Fecha publicación: 19-09-2012
Autor: David A. Pérez Martínez

1197
Courtesy of FreeDigitalPhotos.net

Este viernes 21 de septiembre es el día mundial de la enfermedad Alzheimer y no es un día cualquiera. A menudo hace falta un evento como éste para hacer más sonora la difusión de un problema de salud al resto de la sociedad. Según los estudios epidemiológicos entre el 5 y el 10 % de la población mayor de 65 años desarrolla una enfermedad de Alzheimer, con un riesgo que crece exponencialmente con la edad y con factores individuales de distinto tipo (herencia familiar, nivel educativo, etc). Esto supone que en un país envejecido como España, con un 17% de la población mayor de 65 años, existen más de medio millón de familias con un paciente a su cargo; y si las expectativas se cumplen, en el 2050 más del 35%  de la población tendrá más de 65 años, esperando una prevalencia de al menos de un millón de afectados. El impacto sanitario y económico que tiene (y tendrá) es difícilmente calculable, aunque con toda probabilidad serán las familias las que sigan soportando la mayor parte del coste económico y emocional de una enfermedad como esta.

Aunque los medios de comunicación recogen con frecuencia y con sobredimensionada esperanza cualquier tipo de avance terapéutico, la realidad es que los únicos fármacos específicos para la enfermedad llevan más de 10 años en el mercado y su eficacia es, en el mejor de los casos, discreta. Hemos recogido en esta página los resultados de diferentes ensayos clínicos en este campo, muchos de ellos con poca o nula utilidad en el tratamiento de la enfermedad; otros, en cambio, con cierta esperanza. En el momento actual no parece que a medio plazo tengamos una terapia eficaz para detener la enfermedad. Las terapias inmunológicas, influida por el éxito en modelos en ratones y apostando por la hipótesis amiloidea de la enfermedad, parecen que no están dando una respuesta consistente y están asociadas con ocasionales efectos adversos graves. En la actualidad se ensayan distintas formas de abordar el metabolismo anómalo de la proteína amiloide y su trasformación en beta-42 y otro tipo oligómeros presuntamente neurotóxicos. Así mismo, se trabaja sobre la posibilidad de evitar la agregación  y el exceso de fosforilización del otro villano de esta película: la proteína tau. Los ensayos sobre las enzimas que modulan la tau están en marcha, siempre esperando una respuesta satisfactoria aunque con mil y un problemas por resolver.

Alguien dijo, que la ciencia no es encontrar repuestas a viejas preguntas, si no hacer nuevas preguntas más incisivas. Posiblemente ese es uno de los problemas que tenemos con la enfermedad de Alzheimer, las respuestas a las preguntas sobre los villanos clásicos (beta-amiloide y proteína tau) no parecen ser satisfactorias. Sin un mayor conocimiento en la neurociencia básica que se esconde detrás de estos dos villanos, es poco probable que obtengamos una solución definitiva. Los recientes hallazgos del estudio DIAN publicado en  “New England  Journal of Medicine” sugieren que el proceso por el que el cerebro desarrolla la enfermedad de Alzheimer comienza varias décadas antes de que el sujeto tenga síntomas. Este hecho es inquietante y a la vez esperanzador, ya que abre la posibilidad en el futuro a intervenir en fases en las que el sujeto no tiene ningún tipo de síntoma. Si la enfermedad de Alzheimer es la enfermedad del olvido, es importante recordarla este 21 de septiembre.