• Epidemiología de la Enfermedad de Alzheimer

    La Enfermedad de Alzheimer (EA) es la forma más común de demencia progresiva, que afecta al 5-10% de la población por encima de los 65 años (Knopman DS et al, 2001), con una prevalencia que se incrementa de forma exponencial con la edad. Además de la edad, como factor de susceptibilidad, una historia familiar de demencia se considera un factor de riesgo definitivo en el desarrollo de la enfermedad (Hiltunen, M. A et al, 2000).

    Según los últimos datos epidemiológicos, la EA constituye en torno al 42-81% [grupo EURODEM (Launer LJ et al, 1999), 53,7%, prevalencia 4,4%] de todas las demencias, dos terceras partes del total, aproximadamente. Sin embargo, la prevalencia depende, en gran medida, de los criterios diagnósticos empleados en la selección de los enfermos (DSM-III; DSM-IV; NINCDS/ADRDA; CAMDEX), la edad de la población objeto de estudio, así como factores geográficos y étnicos. De esta forma el porcentaje estimado para una edad poblacional de 65 a 69 años (en torno al 1%), se incrementaría de manera exponencial a un 40-50% para una edad de 95 años (Nussbaum RL et al 2003).

    Se estima que aproximadamente en la Unión Europea, 3.286.000 personas tienen demencia y 824.000 nuevos casos se desarrollarán cada año, según los datos publicados por Launer, que recoge el resultado de un total de 13 estudios llevados a cabo en Europa en la década de los 90 (Launer LJ et al, 2002). En España, entre la población de 60 o más años, el número de dementes estimado respecto a la década de los 80 aumentó un 50% en el año 2000. Se estima que se duplicarán tales cifras para el año 2025. Según los registros hospitalarios, en España se acepta que entre el 20 y el 37% de los sujetos ingresados en residencias geriátricas padecen demencia, cifras inferiores a las observadas en países con mayores recursos, en los que se llega al 75%. Hasta el año 2001, se han llevado a cabo 12 estudios de prevalencia, 7 de los cuales se realizaron en poblaciones de más de 64 años de edad. En la población de más de 64 años, para los estudios realizados antes del 92, la prevalencia fue del 9,5% (5,2-14,5%), más alta en mujeres, 11,1% (6,9-19,4%) que en varones, 7,5% (3,2-11,2%) y aumentaba progresivamente con la edad.

     

    Para la población entre 65 y 74 años, la prevalencia fue del 4,2%, para el grupo de 75-84 años 12,5% y 29,7% para edades superiores a los 85 años (López-Pousa S , 2002). 

    En estudios del 2001, la prevalencia estimada fue del 1% para el grupo entre 65-69 años, 2,9% para 70-74, 9,1% para 75-79 años, 16,8% entre 80-84 años y 23,4% para los mayores de 85 años (García FJ et al, 2001).
     
     
    El número de estudios de incidencia es menor que los de prevalencia. Las cifras de incidencia varían entre 0,085 y 0,088% para todas las edades (Kokmen E et al 2001) y entre 0,13 y 0,8% para la población de más de 59 años. Dichas tasas de incrementan de manera exponencial con la edad. Algunos autores han observado un incremento de la incidencia con la edad en el grupo de las mujeres (Kokmen E et al 2001) a partir de los 80 años.
     
     
    Sin embargo, estos datos corresponden a estudios de prevalencia e incidencia (Chandra V et al, 1988) llevados a cabo en países occidentales. Recientemente se llevó a cabo un estudio en Ballabgarh, India, estableciendo una comparación de las cifras de incidencia menores que en EEUU y Europa. Las diferencias ostensibles radican en la media de edad de los varones superior a la de las mujeres, dada la esperanza de vida mayor de estos en ciertas comunidades rurales de la India; y dicha media en torno a los 65 años, inferior a la de los países occidentales, dada la menor esperanza de vida. Como todos los estudios, éste presentó una serie de limitaciones, siendo preciso llevar a cabo nuevas investigaciones al respecto que consideren más factores que el puramente epidemiológico, tales como estilos de vida, dieta, factores ambientales, etc. De esa manera, nuestro conocimiento sobre la enfermedad dejaría de tener el sesgo demográfico para llegar a una realidad a nivel mundial.
     

    En conclusión, el incremento de las tasas en los últimos 20 años es debido a la contribución de una serie de factores como son, en primer lugar, el progresivo envejecimiento de la población, que supone un mayor porcentaje de personas en edad de riesgo y en segundo lugar, la mejora de las condiciones socioeconómicas, los avances en el tratamiento médico y la mayor supervivencia después del inicio de la enfermedad.

    En el meta-análisis efectuado por Jorm (Jorm AF et al, 1998) con datos de 23 estudios publicados entre 1966 y 1997, se observó un incremento exponencial del número de casos hasta la edad de 90, a partir de la cual no se pueden extraer conclusiones dado el escaso número de estudios efectuados.

     

    Con respecto a las tasas de supervivencia media en este grupo poblacional, en función de la metodología de los estudios realizados, las cifras en años oscilan entre 3,4 y 5,9 (Heyman A et al, 1996) desde el momento en que se realiza el diagnóstico. Diversos estudios sugieren que la edad, el sexo y la severidad de la demencia son predictores significativos de supervivencia. Así pues los varones tienen mayor tasa de mortalidad que las mujeres para el mismo grupo de edad; también, a mayor severidad de la demencia, menor tasa de supervivencia, acortándose ¾ por año (Heyman A et al, 1996).

     

    Con respecto al nivel educacional y las tasas de supervivencia, el primer estudio realizado (Stern Y et al, 1995) mostró una asociación directa entre la educación elevada e incremento de la mortalidad de pacientes con EA. El autor del mismo describió que la reserva cognitiva es un conjunto de habilidades o capacidades que ayudan al individuo a enfrentarse a una mayor latencia de inicio y progresión de la EA, antes de que sus efectos clínicos se conviertan en clínicamente aparentes. Sin embargo, otro estudio (Geerlings MI et al, 1997) realizado posteriormente, a partir de los datos de un estudio comunitario no pudo corroborar el hecho de que el nivel educacional elevado se relacionara con menor tasa de supervivencia.
     
     
    Con respecto a los datos estadísticos en relación con el tipo de herencia, aproximadamente el 10% de los pacientes con EA presentan una clara herencia autosómica dominante y un 30% de los casos tienen una historia familiar sin patrón hereditario claro. El 60 % restante no presenta historia familiar y se explica como aparición esporádica de la enfermedad. En estudios llevados a cabo (Breitner J et al, 1988) quedó reflejado que el riesgo de padecer EA entre los familiares de primer grado aumentaba de forma llamativa a partir de los 80 años. Otros (Heston LL et al, 1981) en cambio no demostraron que la tasa de incidencia se modificara con la edad de los probandos. En estos, los resultados histopatológicos mostraron cambios más prominentes en la población anciana que no se correspondían con los hallazgos típicos de la EA. Por ello las diferencias entre ambos estudios eran probablemente de índole metodológica más que reales.
     

    En los estudios de Breitner (Breitner J et al, 1988) se apreció una tendencia a un riesgo mayor de padecer la enfermedad por parte de las mujeres incluso tras ajustar los valores según tasas de supervivencia. Secundariamente se planteó un tipo de herencia ligada al X. Otros estudios no lo consideraban probable, proponiendo como más certero el mecanismo de herencia multifactorial (Farrer LA et al, 1989).

     

     
    BIBLIOGRAFÍA

    Breitner J, Silverman J, Mohs R, Davis K. Familial aggregation in Alzheimer´s disease: Comparison of risk among relatives of early- and late-onset cases, and among male and female relatives in successive generations. Neurology 1988;38:207-212.

    Chandra V, Pandav R, Dodge HH, Johnston JM, Belle SH, DeKosky ST, Ganguli M. Incidence of Alzheimer´s disease in a rural community in India. Neurology 2001; 57:985-989.

    Farrer LA, O´Sullivan DM, Cupples A, Growdon JH, Myers RH. Assessment of genetic risk for Alzheimer´s disease among first-degree relatives. Ann Neurol 1989;25:485-493.

    García FJ, Sánchez MI, Pérez A, et al. Prevalencia de demencia y de sus subtipos principales en sujetos mayores de 65 años: efecto de la educación y ocupación. Estudio Toledo. Med Clin, 2001;116:401-407.

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    Heston LL, Mastri AR, Anderson VE, White J. Dementia of the Alzheimer type: clinical genetics, natural history and associated conditions. Arch Gen Psychiatry 1981;38:1085-1090.

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