• Manifestaciones clínicas del síndrome de Apnea / Hipopnea del sueño

    Se estima que un 26 % de los adultos se encuentran en riesgo de padecer una SAHS. Un 20 % presenta un IAH por encima de 5, pero solo 2 – 9 % muestra sintomatología. La prevalencia se incrementa entre los 18 y 45 años, llegando aun máximo en la década de  los 55 a 65. Respecto a la diferencia por sexos se estima una afectación del 3 – 4 % entre las mujeres, frente a un 6 – 9 % entre los hombres.  [Kingman PS, 2010] en cifras españolas, se estima que en nuestro país existe entre 1.200.000 y 2.150.000 sujetos portadores de un SAHS relevante, y por tanto, subsidiarios de ser tratados, aunque, de ellos, solo se han diagnosticado y tratado el 5-9%. [Grupo español de sueño, 2005].


    Habitualmente, el paciente con SAHOS acude a la consulta por ronquido y de forma general, por las molestias causas en el compañero de cama. Con frecuencia se trata de pacientes obesos, aunque no es un dato exclusivo. Sin embargo, es fundamental valorar otros síntomas que el propio paciente no es consciente. Entre ellos, uno  de los más importantes es la excesiva somnolencia diurna, definida como la incapacidad para mantenerse completamente despierto o en alerta durante la vigilia. Los pacientes suelen referir esta hipersomnolencia como fatiga. Esta debe ser considerada como un estado mental o físico de carácter subjetivo de falta de energía que interfiere con su actividad diaria habitual. Para su valoración también existen escalas específicas [Hossain JL, 2005]. Trastornos que típicamente producen fatiga pero no somnolencia pueden ser el insomnio crónico, depresión, esclerosis múltiple, fibromialgia, consumo de drogas o alcoholismo [Lewis RK, 2010]. 
    Para valorar la hipersomnolencia es necesario utilizar escalas específicas como el test de Epworth [Johns M, 1993], en el que se valora el estado de vigilia en determinada situaciones considerada como monótonas


    Tabla 1


    El paciente completa por si solo el test y en función de los puntos obtenidos, se gradúa la hipersomnolencia como:
      1. No hay ESD.
      2. LEVE: Episodios infrecuentes de ESD que ocurren en situaciones pasivas (viendo TV, leyendo, viajando como pasajero). Producen poca repercusión sobre las actividades de la vida diaria.
      3. MODERADA: Episodios de ESD que ocurren regularmente en situaciones que requieren cierto grado de atención (conciertos, teatros reuniones). Producen cierto impacto en las actividades de la vida diaria.
      4. GRAVE: Episodios de ESD diarios en situaciones francamente activas (hablando, comiendo, paseando), altera de forma importante las actividades habituales.


    Es decir, no consiste solo en superar un índice, sino en valorar también las situaciones en las que se produce dicha hipersomnolencia, ya que es más invalidante cuando esta somnolencia ocurre en situaciones importantes para el paciente, como es su lugar de trabajo o en su entorno social. Generalmente se trata de un síntoma que se inicia de forma lenta y el paciente no suele ser consciente ni reconocerlo hasta que no se le pregunta específicamente. 


    Por tanto, a pesar de que la hipersomnolencia es el signo fundamental, al menos al inicio por las repercusiones que puede tener sobre la vida del paciente, también existen otros síntomas. Por un lado aquellos de carácter neuropsiquiátricos, motivados por distorsión en la arquitectura del sueño y por otro, los desencadenados por la hipoxia intermitente que ocasiona alteraciones a nivel cardiovascular.
    Podemos distinguir los siguientes síntomas: despertares asfícticos, cuando el final de la apnea no solo alerta al paciente, sino que le despierta totalmente y como es el final de la apnea lo experimenta con sensación de ahogo. Sequedad de boca, garganta y vía aérea superior, sueño fragmentado no refrescante, ronquidos en especial al final del periodo de apnea, cefalea matutina, que suele mejorar a medida que avanza el día, trastornos del humor, dificultad para realizar tareas que requieran esfuerzo intelectual, disminución de la líbido e impotencia, nicturia, angor pectoris, hipertensión, patología cardiovascular y cerebrovascular, enfermedad renal, diabetes mellitus tipo II o reflujo gastrointestinal.


     


    BIBLIOGRAFIA



    Grupo español de sueño (Ed) (2005) Documento de consenso nacional sobre el síndrome de apneas-hipopneas del sueño (SAHS). Alternativa Group Imagen y Comunicación


    Hossain  JL, Ahmad P, Reinish LW, et al. (2005). Subjective fatigue and subjective sleepiness: two independent consequences of sleep disorders?. J Sleep Res. 14: 245
    Kingman PS, Lewis RK, Kriger M. http://www.uptodate.com/home/store.do. Acceso 31 mayo 2010
    Johns M. (1993). Daytime sleepiness, snoring, and obstructive sleep apnea: The Epworth sleepiness scale. Chest: 103-30