• Artritis reumatoide de la columna cervical.

    La artritis reumatoide ocupa el primer lugar en frecuencia entre las enfermedades del tejido conjuntivo. Es una poliartropatía de origen inmunológico, inflamatoria y destructiva. Incide más en mujeres. Además de interesar a las articulaciones periféricas pequeñas de manos y pies, y desarrollarse fenómenos de espondiloartrosis en toda la columna vertebral, afecta a todas las articulaciones sinoviales de la zona cervical y los pacientes pueden presentar subluxaciones a nivel de toda la columna vertebral cervical que produzcan un compromiso medular.
    La inflamación a nivel local origina dolor referido al cuello, irradiado por debajo del lóbulo de la oreja que aumenta con los movimientos y rigidez cervical y cefalea occipital.
    El principal peligro en esta enfermedad reside en el desarrollo de una posible luxación atlanto-axoidea. Si se rompe el ligamento transversal que mantiene la apófisis odontoides en su situación respecto al atlas, con la consiguiente luxación, existe un alto riesgo de mielopatía alta e incluso riesgo vital de muerte súbita si la luxación es vertical y comprime bruscamente el tronco.
    Entre los posibles signos neurológicos el más precoz suele ser la hiperreflexia.
    La radiografía simple de columna puede ya revelar un espacio excesivo entre la parte anterior del atlas y la odontoides. La resonancia magnética permite apreciar mejor las relaciones entre la articulación y las estructuras neurales.
    Los pacientes con mielopatía progresiva o con síndromes de tronco merecen una valoración quirúrgica para fijar la articulación. El riesgo quirúrgico es alto, pues estas complicaciones suelen suceder en una fase avanzada del proceso e inciden sobre pacientes muy castigados y deteriorados por la enfermedad. Los déficits neurológicos ya instaurados pueden no mejorar, el objetivo es prevenir un deterioro mayor.
    Los nódulos reumatoideos pueden afectar a la duramadre y ser la causa de la compresión medular o de la cola de caballo.