• Síndromes de isquemia venosa medular

     RESUMEN: Los infartos venosos medulares son más raros que los arteriales. Pueden localizarse tanto en las venas intramedulares, como en las perimedulares y en las epidurales. Su localización más frecuente es en la médula dorsal, y suelen ser más extensos longitudinal y transversalmente que los infartos arteriales. Por ello se afectan más frecuentemente los miembros inferiores, y casi siempre se produce un síndrome bilateral, o incluso un síndrome transverso completo, aunque muchas veces son asimétricos.
    Las causas más frecuentes son las malformaciones arteriovenosas, las embolias fibrocartilaginosas, y los cuadros de descompresión (submarinismo).



     


     


    Además de los infartos medulares arteriales, con mucho los más frecuentes, hay que hablar también de los infartos venosos medulares (Masson et al; 2004), debidos a la oclusión de las venas de drenaje de la médula. Son más raros que los arteriales, y pueden localizarse tanto en las venas intramedulares, como en las perimedulares y en las epidurales. Su localización más frecuente es en la médula dorsal, y suelen ser más grandes que los arteriales, tanto en cuanto a su extensión longitudinal a lo largo de la médula, como en anchura en el corte axial.


    Al ser más frecuentes en localización dorsal se afectan más frecuentemente los miembros inferiores, y casi siempre se produce un síndrome bilateral o incluso un síndrome transverso completo por su extensión, aunque muchas veces son asimétricos. Es típica la presentación con dolor dorsal agudo (Satran; 1998), y suelen presentar afectación esfinteriana.


    Pueden ser de tipo hemorrágico y debutar de forma aguda, o no hemorrágico, en cuyo caso la clínica de presentación puede establecerse sin dolor, de forma subaguda y casi pseudotumoral (Niino et al; 1999) (Kim et al; 1984), siendo también difícil su diagnóstico diferencial, sobretodo si no se piensa en ellos, aunque las técnicas de imagen pueden ayudar (Bowen et al; 1999).


    Las causas más frecuentes son las malformaciones arteriovenosas, las embolias fibrocartilaginosas (de los núcleos pulposos discales) (McLean et al; 1995), (Toro et al; 1994), los cuadros de descompresión (submarinismo) (Kei et al; 2007), y ocasionalmente la yatrogenia, como la ligadura de varices esofágicas (Debette et al; 2003). También es conocida la asociación del infarto venoso medular con neoplasias, especialmente el cáncer de páncreas (Satran; 1998).


     


     


    BIBLIOGRAFÍA
    Bowen DC, Pattany PM. (1999). Vascular anatomy and disorders of the lumbar spine and spinal cord. Magn Reson Imaging Clin N Am. 7: 555-571.


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    Kei PL, Choong CT, Young T, Lee SH, Lim CC. (2007). Decompression sickness: MRI of the spinal cord. 17: 378-380.


    Kim RC, Smith HR, Henbest ML, Choi BH. (1984). Nonhemorrhagic venous infarction of the spinal cord. Ann Neurol. 15: 379-85.


    Masson C, Leys D, Meder JF, Dousset V, Pruvo JP. (2004). Ischémie Médullaire. J Neurorradiol. 31: 35-46.


    McLean JM, Palagallo GL, Henderson JP, Kimm JA. (1995). Myelopathy associated with fibrocartilaginous emboli (FE): review and two suspected cases. Surg Neurol. 44: 228-234.


    Niino M, Isu T, Tashito K. (1999). Nonhemorrhagic venous infarction of the spinal cord without spinal cord malformation. J Neurol. 246: 852-854.


    Satran R. (1998). Spinal cord infarction. Stroke. 19: 529-532.


    Toro G, Roman GC, Navarro-Roman L, Cantillo J, Serrano B, Vergara I. (1994). Natural history of spinal cord infarction caused by nucleus pulposus embolism. Spine (Phila Pa 1976). 19: 360-366.