• Introducción a las áreas del procesamiento de la memoria

    1. Introducción. La estructura de la memoria humana

    La memoria, entendida en su sentido más cotidiano, es la capacidad que nos permite recodar cosas del pasado. Según la acepción de la Real Academia de la Lengua Española, es la facultad psíquica por medio de la cual se retiene y recuerda el pasado. De acuerdo con esta definición, podría parecer que la memoria humana es un mecanismo sencillo y unitario. Sin embargo, tanto el estudio experimental como la evidencia clínica de personas que padecen alteraciones mnésicas, indican que la memoria es un sistema complejo que utiliza diferentes áreas cerebrales para poder llevar a cabo su función. De este modo, en la actualidad se considera que la memoria está formada por un conjunto de procesos cognitivos interconectados entre sí, cada uno de los cuales tiene finalidades y características distintivas. Parámetros como el tipo de material a aprender (verbal o visual), el tiempo de presentación de los estímulos, o la clase de aprendizaje (incidental o intencional, explícito o implícito, etc.) determinan las regiones del cerebro que se encargarán de llevar a cabo la memorización y la posterior recuperación de la información.

    2. Memoria declarativa vs memoria no-declarativa

    En 1985, Tulving introduce una clasificación de los distintos sistemas de memoria que se basa en el tipo de información con el que trabajan. En la figura 1 se recogen los distintos sistemas de memoria propuestos por Tulving.

    Figura 1. Sistemas de memoria propuestos por Tulving (1985).

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    Según esta clasificación, la memoria se divide de forma dicotómica: memoria declarativa frente a memoria no-declarativa. La primera, hace referencia a la memoria consciente e intencionada para el recuerdo de hechos y objetos (el recuerdo de una fecha señalada, de una conversación mantenida con otra persona el día anterior, etc.). La segunda, se refiere a la adquisición de habilidades y hábitos que no necesitan de la conciencia para ser aprendidos, y que se expresan a través de la ejecución (montar en bicicleta, aprender las reglas gramaticales, etc.).

    La observación clínica de pacientes amnésicos ha proporcionado una evidencia robusta de la disociación entre memoria declarativa vs no-declarativa. Por ejemplo, se ha comprobado que las lesiones del lóbulo temporal mesial o de estructuras diencefálicas afectan de modo significativo a la memoria declarativa, pero no así a la procedimental (Squire, 1992). No obstante, cabe destacar que cualquier clasificación de la memoria siempre tiene un punto de artificialidad, a pesar de que se apoye tanto en su incuestionable utilidad clínica como en su evidencia neuroanatómica. Entre todos los sistemas de memoria se establecen numerosas relaciones de interdependencia, de forma que, en ocasiones, no está claro dónde empieza uno y termina el otro. Por ejemplo, el aprendizaje de habilidades depende directamente del sistema de memoria procedimental una vez que ha sido adquirido, aunque la memoria declarativa juega un papel fundamental durante las primeras fases de su aprendizaje. Así mismo, tampoco se encuentran definidos los límites que separan la memoria episódica y la semántica, ni el contenido que pertenece a una o a otra. Una hipótesis plausible para explicar este fenómeno consiste en considerar que los distintos sistemas de memoria comparten diferentes redes neuronales, de modo que sus límites anatómicos tampoco estarían definidos.

    2.1. Subsistemas de la memoria declarativa

    Dentro de la memoria declarativa, Tulving establece una nueva división con otros dos sistemas de memoria diferenciados: la memoria episódica y la memoria semántica.

    La memoria episódica contiene la información correspondiente al contexto temporo-espacial en el que sucede un acontecimiento (el recuerdo de la mañana de Reyes cuando uno era niño, de lo que uno estaba haciendo al conocer la noticia de los atentados del 11-S, etc.). Una condición indispensable de la memoria episódica es que sólo puede recuperar hechos vividos previamente. Por este motivo, dada la necesidad de recordar tanto las condiciones espaciales como las temporales en las que se produjo un evento en el pasado, se trata de un sistema de memoria más susceptible al olvido que el resto. Además, la memoria episódica guarda una estrecha relación con los estados emocionales existentes durante la codificación de los acontecimientos. Las emociones actúan como otro elemento temporo-espacial más que condiciona el almacenamiento de los episodios, dotándolos de una carga mayor de intensidad que aumenta la probabilidad de que se recuerden posteriormente (con independencia de que la emoción sea positiva o negativa para el sujeto).

    En la memoria semántica se almacena el conocimiento del mundo independientemente del contexto de adquisición o de la situación en el que fue aprendido (saber que 2+2=4, que un diptongo es la unión de dos vocales diferentes pronunciadas en una sola sílaba, etc.). Constituye el sistema encargado de la adquisición, retención y utilización del conocimiento sobre el mundo en el sentido más amplio (Ruíz-Vargas, 2000). La organización de esta memoria es de tipo conceptual, atendiendo al significado y las relaciones que se establecen entre los distintos conceptos. Y, de hecho, por medio de la combinación de unos conceptos con otros, es posible extraer información de la memoria semántica que originalmente no ha sido almacenada como tal.

    2.2. Subsistemas de la memoria no-declarativa

    Tal como señala Ruíz-Vargas (2000), la memoria no-declarativa y sus distintos subsistemas constituyen memorias de acción conductual o cognitiva expresadas en forma de programas motores y cognitivos altamente cualificados, y que son independientes a cualquier cognición. Se trata, por tanto, de un sistema de memoria de aprendizaje gradual que está diseñado para detectar e interiorizar las invarianzas del medio (Sherry y Sachter, 1987). De este sistema depende el aprendizaje de distintos tipos de rutinas y habilidades, como por ejemplo la conducción de un vehículo. Para que dicho aprendizaje se lleve a cabo con éxito es necesario que el sujeto ejecute de forma repetida todo el conjunto de conductas que forman la habilidad (pisar el embrague, cambiar de marcha, soltar el embrague a la vez que se acelera, etc.). Este sistema de memoria se caracteriza porque no almacena un conocimiento simbólico como el de las memorias declarativas, sino representaciones motoras que funcionan a un nivel más automático que controlado.

    Los principales subsistemas de la memoria no-declarativa son los siguientes:  aprendizaje procedimental de habilidades, priming, adquisición de hábitos, aprendizaje de respuestas emocionales, condicionamiento clásico simple y otras formas de aprendizaje más simples (habituación, desensibilización, etc.). En el apartado 3.3. se profundizará en las diferencias entre todos estos subsistemas de memoria en relación con sus sutratos neuroanatómicos.

    REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

     

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